Pelo más sano Antes de acostarte, separa el cabello en mechas y aplica en cada una de ellas unas gotas de aceite de ricino o almendras dulces, batida con una yema de huevo. Sosténlas con broches que no presionen demasiado el pelo. Luego, cubre con una gorra plástica. A la mañana siguiente enjuaga bien y lava con un buen champú. Repite la operación por lo menos una vez a la semana.

Abrillantador casero Después del lavado y enjuague, aplica un chorrito de vinagre tratando de distribuirlo por todo el pelo. Este sencillo truco te dará un brillo especial. Luego de dejarlo actuar durante 30 minutos envolviendo la cabeza con una gorra de baño, enjuaga y vuelve a lavar. Si es necesario, aplica unas gotas de desenredante en las puntas.

Un toque de color La renovación también reside en el tono que elijas. Muchas veces, al color de pelo le falta intensidad. Por ejemplo un tono castaño, puede tornarse cobrizo o marrón chocolate con la sola aplicación de un champú color. Para aplicarlo correctamente además de seguir las instrucciones del envase, es importante que observes bien el tono que tienes actualmente en tu cabellera. Un color similar se logra siempre que no existan vestigios de tintura anterior. Si es tu caso, opta por un producto que se asemeje lo más posible al tono que ya posees. De esta forma, el color que resultará será un tono similar, próximo al natural, pero con una cuota extra de brillo que te hará verte mejor.

Otra opción para cambiar sin invertir demasiado ni modificar definitivamente el color del pelo son las mechas temporales que se van con el lavado. Vienen con un aplicador similar al del rimmel en una gran variedad de colores y se aplican desde la raíz hasta las puntas. Para las menos osadas, lo mejor es optar por la gama de los cobres, oro y marrones.