Se está hablando mucho de este tema, según la NASA el sol tiene una fuerte actividad y hay quién dice que en breve puede suceder alguna tormenta solar fuerte, como ya han pasado tantas a lo largo de la historia de la Tierra, la diferencia radica en que en las otras ocasiones el mundo no dependía de la electricidad y la electrónica y ahora si, y es precisamente esto lo que afectan las tormentas solares por lo que se podría producir un verdadero caos.
Un poco de historia (de la Wikipedia)
Cita:Tormenta solar de 1859
En el año 1859 se produjo una gran fulguración solar. La tormenta solar de 1859 fue la más potente registrada en la historia.
A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaba al sur hasta el Caribe. El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. Parece que este tipo de situaciones sólo se produce cada 500 años aproximadamente, según los estudios de muestras de hielo. Parece que los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales. Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del zenit. En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. Se observaron auroras en zonas de baja latitud, como Roma, Madrid, La Habana y las islas Hawai, entre otras.
En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.
Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran mas diminutas que la que vimos años atras no dejaron de causar un efecto maravilloso.—J. Hospitaler, 'Diario de Menorca' - Año 2 Número 237 (04/09/1859)
Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones.
El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con una área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, dónde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.
qué opináis del tema, yo espero que nos avisen de cuando puede suceder ya que habría que tener desenchufados y apagados todos los aparatos eléctricos y electrónicos e incluso así por lo que he leído se pueden estropear y habría que meterlos en lo que llaman cajas de Faraday, es decir valdría con meterlos en un coche, un microondas..
Y tampoco se hasta que punto sería interesante tener en casa bastante abastecimiento de agua y comida, por si acaso, porque como siempre quieren evitar alarma social estas informaciones van con cuentagotas y no se sabe si es porque saben que va a ocurrir o porque no saben nada
y le pregunto a garccon en particular que opina porque en algún comentario no recuerdo donde leí algo sobre lo de que no iba a ser suficiente ni con echarnos crema solar del 60 o algo asi creí entender...
Y os dejo dos noticias sobre el tema, la primera de marzo que habla sobre la tormenta solar que hubo en febrero y la segunda de junio sobre lo que podría pasar
Cita:Por qué la llamarada solar del 14 de febrero no provocó el caos en la Tierra
Toda la energía enviada por el Sol se desvió de forma inocente hacia los polos de la Tierra
Fue una simple cuestión de suerte. De campos magnéticos alineados de tal modo que toda la energía enviada por el Sol se desvió de forma inocente hacia los polos de la Tierra. Si el ángulo relativo de los dos campos (el de las partículas solares y el terrestre) hubiera sido otro, las cosas se habrían podido poner muy feas para nosotros. Ahora, y una vez pasado el peligro, los científicos miran al futuro con preocupación. La "tormenta de San Valentín" sólo ha sido la primera de un ciclo solar, el número 24, que acaba de comenzar y que se prevé mucho más activo que el anterior. Se calcula que, en los próximos meses, se producirán no menos de 1.700 tormentas solares de igual o mayor intensidad de la que nos dejó milagrosamente indemnes la semana pasada.
El pasado 14 de febrero, justo a tiempo para San Valentín, la sonda SDO (Solar Dynamics Observatory) de la NASA fue testigo de una potente erupción solar que apuntaba directamente a la Tierra. Los instrumentos de la nave detectaron una llamarada masiva de clase X, la más potente de cuantas es capaz de emitir el Sol y la mayor detectada durante los últimos cuatro años.
Los astrónomos se prepararon para el impacto de una gran tormenta geomagnética y los expertos en "meteorología solar" predijeron que potentes chorros de partículas cargadas procedentes del Astro Rey impactarían contra el campo magnético terrestre desestabilizando los sistemas de comunicaciones y navegación en la mitad diurna del mundo.
Numerosas auroras boreales
Sin embargo, y con la excepción de algunos problemas en las redes chinas de satélites, nada de todo eso sucedió. Hubo, eso sí, una serie espectacular de auroras boreales, pero para verlas había que estar muy al norte, en Alaska, Canadá o Finlandia. De hecho, la tormenta geomagnética generada por la llamarada solar del 14 de febrero apenas si alcanzó la categoría G1 en la escala de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), la más baja para esta clase de fenómenos. La máxima puntuación, G5, se aplica a tormentas geomagnéticas de fuerza extrema, capaces de "freir" en pocos segundos las redes eléctricas y de provocar auroras boreales más al sur de Florida.
¿Pero qué fue exactamente lo que sucedió para que lo que parecía ser una fiera enfurecida se transformara de repente en un inofensivo cachorro meteorológico?
Los expertos lo tienen claro. La tormenta fue tan débil porque las líneas del campo magnético de la llamarada solar estaban alineadas en paralelo con las del campo terrestre. Cuando el Sol envía, como hizo el pasado día 14, una enorme masa de plasma ardiente hacia nuestro mundo (lo que se conoce como una eyección de masa coronal), las partículas que la componen tienen su propio campo magnético, independiente de los de la Tierra o el propio Sol. Y resulta que los astrónomos, hoy por hoy, son incapaces de determinar la dirección del campo magnético del plasma hasta el momento mismo de su impacto contra la Tierra.
Si el campo magnético del chorro de plasma resulta ser, como fue la semana pasada, paralelo al de la Tierra, las partículas cargadas procedentes del Sol serán bloqueadas por el escudo magnético natural de la Tierra y no podrán penetrar a través de la magnetosfera. Sin embargo, una llamarada idéntica a la que se produjo el día de San Valentín, pero con un campo magnético con dirección perpendicular al nuestro, habría causado una tormenta infinitamente más fuerte.
"Si el campo magnético del plasma está en paralelo al nuestro -explica el experto en climatología espacial Juha-Pekka Luntama, de la Agencia Espacial Europea- entonces los escudos están levantados y estaremos bien protegidos". Pero la próxima vez podríamos no ser tan afortunados en cuanto a su alineación.
Habrá muchas «próximas veces»
Y habrá, sin duda, no una sino muchas "próximas veces". En efecto, se espera que durante los próximos meses se produzcan por lo menos 1.700 tormentas geomagnéticas como la de la semana pasada. Un número que se irá incrementando a medida que el Sol avance en su nuevo ciclo de actividad.
La tormenta de la semana pasada solo fue la primera de este nuevo ciclo solar, el número 24, que acaba de comenzar. Como los científicos saben muy bien, el Sol alterna periodos de calma con otros de gran violencia en periodos (o ciclos) que duran once años. Y el último mínimo en la actividad solar (del que acabamos de salir) ha sido mucho más largo y tranquilo de lo que es habitual, lo que nos ha proporcionado varios años de engañosa tranquilidad.
Unos años, por cierto, durante los que nuestra dependencia de la tecnología ha aumentado exponencialmente, dejándonos mucho más indefensos frente a eventos capaces de interrumpir las comunicaciones e inutilizar las centrales eléctricas de las que casi todo depende.
Por eso, los expertos están ahora más nerviosos que nunca con respecto al máximo de actividad solar que se avecina y que alcanzará su pico entre los años 2012 y 2014. El último máximo se produjo en el año 2000, y entonces la sociedad dependía mucho menos que ahora de sistemas suscetibles de quedar fuera de combate a causa de una llamarada solar más fuerte que la media.
Prepararse lo mejor posible
No queda más remedio, pues, que prepararse lo mejor posible para lo que ha de venir. Como dijo Jane Lubchenco, responsable de la NOAA, durante la reunión anual de la Sociedad Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS), celebrada el pasado sábado en Washington, "No es una cuestión de si sucederá, sino de cuándo sucederá y de cómo de fuerte será".
Sabemos, por ejemplo, que cuando se produce una llamarada solar como la del pasado día 14 podemos esperar del Sol varias "oleadas" diferentes de partículas. La primera llega casi de inmediato y prácticamente a la velocidad de la luz. Tarda entre diez y veinte minutos en alcanzarnos y lo hace en forma de protones de alta energía que pueden penetrar el campo magnético terrestre a través de las regiones polares. Esta primera "avanzadilla" tiene el potencial necesario para interrumpir las comunicaciones por satélite.
Pero eso sólo es el principio. Si la llamarada solar ha sido lo suficientemente fuerte, puede dar lugar a una eyección de masa coronal, una densa nube de plasma a millones de grados de temperatura y que, según su intensidad, puede tardar en llegar a la Tierra entre 18 horas y tres días. Cuando el chorro de plasma se encuentra con el campo magnético terrestre, y la orientación de su campo magnético es la adecuada, penetra a través de él y causa, por inducción, intensas corrientes eléctricas que pueden dañar, incluso inutilizar, nuestras centrales energéticas, provocando apagones y cortes en el suministro.
Escudos capaces de resistir una oleada
En la actualidad, los satélites más modernos ya están equipados con escudos capaces de resistir la primera oleada de radiación solar, y de sistemas de apagado de emergencia que permiten desconectarlos por completo hasta que el peligro haya pasado. Pero es necesario arbitrar, también, sistemas capaces de hacer lo mismo con las centrales eléctricas terrestres en caso de necesidad.
La red de satélites de vigilancia y estudio del Sol crece continuamente y, en el momento actual, nos puede dar unas veinte horas de tiempo para reaccionar. Si queremos evitar males mayores y ante la práctica imposibilidad de defenderse de tales fenómenos, deberíamos ser capaces, por lo menos, de desconectarlo todo a tiempo y esperar a que la tormenta pase...
Cita:El Sol podría devolvernos a una edad media tecnológica
Una tormenta solar de gran magnitud dejaría inservibles los satélites e inutilizaría la red eléctrica.
Tras años de una inusual calma, el Sol atraviesa ahora un nuevo ciclo en el que ruge con más fuerza que nunca. El Astro rey está lanzando al espacio ingentes dosis de energía en forma de electrones, protones e iones a velocidades cercanas a la luz cargadas de radiación electromagnética. Y la Tierra no es inmune a este fenómeno, generalmente conocido como tormentas solares. Los efectos de una tormenta solar sobre el planeta pueden ser de diversa consideración, desde espectaculares auroras boreales o australes hasta fallos críticos en nuestro sistema tecnológico. Y, de darse el peor de los casos, una de estas tormentas dejaría inservibles los satélites -algunos incluso podrían precipitarse sobre la superficie terrestre-, colapsaría las comunicaciones, afectaría a la navegación aérea y quemaría los transformadores de la red eléctrica. En unos instantes la Tierra quedaría sumida en una edad media tecnológicaPese a contener radiación, esta no dañaría a los seres vivos al estar protegidos por la atmósfera y el propio campo magnético. Solo los astronautas en misiones espaciales se verían afectados.
Aún así la humanidad debería enfrentarse al reto de la ausencia de energía. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos destacó recientemente en un informe de evaluación de riesgo realizado a petición de la Nasa que, de darse el caso, «la distribución de agua se vería afectada; habría carencia de alimentos y de medicamentos perecederos en 12-24 horas y también pérdida de acondicionadores de aire y aparatos de calefacción, además de problemas en los drenajes, en el servicio telefónico, en el suministro de combustible, etc.», .
Y eso sin contar las consecuencias que un panorama semejante pudiera desencadenar en unas centrales nucleares fuera de control y carentes de refrigeración. Según los cálculos realizados por la Academia de Ciencias, un catástrofe de este tipo significaría «de uno a dos billones de dólares en daños a la infraestructura de alta tecnología de la sociedad y se requeriría de cuatro a diez años para una completa recuperación». «La electricidad es la tecnología que representa la piedra angular de la sociedad moderna, de la cual dependen, prácticamente, todas las demás infraestructuras y servicios», apunta el mismo informe. Desde hace varios meses los expertos están pronosticando la llegada de potentes tormentas solares. Aunque de tamaño medio, una de ellas levantó las alertas el pasado 7 de junio y, aunque finalmente no causó ningún tipo de daño, permitió a la Nasa grabar las impresionantes imágenes del momento de su origen en el Sol. «Estamos viendo cosas que nunca hemos visto antes», explicó Phillip Chamberlin, astrofísico de la NASA. Y mientras que la furia solar se deja sentir, los expertos coinciden que el punto álgido de la actividad de la estrella llegará en 2012. Un dato que ha dado pie a teorías apocalípticas que se asocian incluso al fin del calendario maya y que los científicos, pese a mantener cierto grado de alarma, se afanan en desmentir
La llama gigante
La historia ha dejado constancia de los efectos de las varias tormentas solares. La mayor de ellas acaeció en 1859 y es conocida como La llama gigante. Sus efectos inutilizaron buena parte de un incipiente servicio de telégrafo que comenzaba a expandirse en Norteamericana y Europa. Se escribió incluso que la aurora que produjo permitía leer cómodamente el periódico en plena noche.
Apuntan las crónicas de la época que «muchas personas, creyendo que era de día, se levantaron y comenzaron a preparar el desayuno». Más cercana en el tiempo resulta la que afectó a Canadá en 1989 y que dejó sin luz a seis millones de personas en la región de Quebec.Resulta significativo que las predicciones ya avancen que a este periodo de gran actividad le sucederá otro de máxima calma que podría llevar a un descenso de las temperaturas.